martes, 22 de noviembre de 2016
lunes, 21 de noviembre de 2016
HELICOBACTER PYLORI
El Helicobacter Pylori
También conocido como H. pylori, es una bacteria que vive en nuestro estómago y duodeno, y es responsable por la más común infección bacteriana crónica en seres humanos. El H. pylori ha sido reconocido en todas la poblaciones del mundo y en individuos de todas las edades. Estimaciones conservadoras sugieren que más del 50% de la población mundial posee el estómago colonizado por dicha bacteria.
¿QUÉ ES EL HELICOBACTER PYLORI?
El Helicobacter pylori es una bacteria que posee la increíble capacidad de sobrevivir en uno de los ambientes más inhóspitos de nuestro organismo: el estómago, que presenta un medio extremamente ácido, con un pH inferior a 4. La acidez del estómago es uno de los mecanismos de defensa de nuestro organismo contra las bacterias que son ingeridas con los alimentos. Pocos son los seres vivos que logran sobrevivir en un ambiente tan ácido.
No obstante, el H. pylori presenta algunos «trucos» evolutivos que le permiten adaptarse a un medio tan hostil. La bacteria produce sustancias que neutralizan los ácidos, formando una especie de nube protectora a su alrededor, permitiendo que la misma se movilice dentro del estómago hasta encontrar un punto para fijarse. Además de esta protección, el Helicobacter pylori logra sobrepasar la barrera de moco que el estómago posee para protegerse de la propia acidez, adhiriéndose al moco, área debajo de la mucosa, donde la acidez es mucho menos intensa. Por lo tanto, además de producir sustancias contra la acidez, el H. pylori logra penetrar el estómago hasta partes donde el ambiente es menos agresivo.
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¿CÓMO SE CONTRAE EL HELICOBACTER PYLORI?
El modo de contagio del Helicobacter pylori aún no es plenamente conocido. Sabemos que la transmisión puede ocurrir de una persona contaminada a una persona sana por medio del contacto con vómitos o heces; en el caso de las heces, generalmente bajo la forma de aguas o alimentos contaminados.
Los seres humanos parecen ser el reservatorio principal de la bacteria, sin embargo, el H. pylori ya fue aislado en otros primates, ovejas y en gatos domésticos, lo cual sugiere que la transmisión de estos a los seres humanos podría ocurrir.
El agua contaminada, principalmente en los países en desarrollo, suele ser una fuente de bacterias. El H. pylori logra permanecer viable en el agua por varios días. En los países sin saneamiento básico universal, la mayoría de los niños es infectada antes de los 10 años y la presencia en la población adulta llega a ser mayor de un 80%. En los países desarrollados, como en Estados Unidos y en Europa, la contaminación en niños es poco común, no obstante la transmisión en la vida adulta es frecuente, donde más del 50% de la población arriba de la edad de los 60 años se encuentra infectada.
Cuando un miembro de la familia se infecta con el Helicobacter pylori, el riesgo de transmisión para los hijos y conyugue es altísimo. Esta transmisión es común incluso en casas con buenas condiciones de higiene, lo que deja en duda si la transmisión ocurre siempre por vía fecal/oral. La transmisión a través de la saliva aún no está comprobada. El H. pylori puede ser encontrado en la boca, principalmente en las placas dentarias, no obstante su concentración parece ser muy baja para que haya transmisión. Un dato que habla en contra de esta forma de transmisión es el hecho de que los dentistas no presentan mayores tasas de contaminación respecto a otros profesionales que no lidian constantemente con saliva y placas bacterianas.
ENFERMEDADES CAUSADAS POR EL HELICOBACTER PYLORI
Como ya se ha dicho al inicio de este artículo, el Helicobacter pylori suele alojarse en la pared del estómago, justo debajo de la capa protectora de moco. Esa capa es esencial para la protección del estómago, impidiendo que el ácido clorhídrico agreda a su mucosa. El problema es que el H. pylori produce una serie de enzimas, algunas de ellas directamente irritantes para las células del estómago, otras activas contra la capa de moco, tornándola más débil, dejando la pared del estómago desprotegida contra el contenido ácido. Estas acciones provocan inflamación de la mucosa del estómago, lo cual lleva a la gastritis y, en algunos casos, a la formación de úlcera péptica y hasta de tumores.
En resumen, la presencia del Helicobacter pylori causa lesión en el estómago y en el duodeno, estando así asociado a un mayor riesgo de:
- Gastritis.
- Duodenitis (inflamación del duodeno).
- Úlcera de duodeno.
- Úlcera de estómago.
- Cáncer de estómago.
- Linfoma de estómago (linfoma MALT).
SÍNTOMAS DEL HELICOBACTER PYLORI
La gran mayoría de los pacientes contaminados por el Helicobacter pylori no presenta ningún tipo de síntoma o complicación. Existen cepas de la bacteria más agresivas y cepas más indolentes, lo cual explica, en parte, la ocurrencia de síntomas apenas en pocas personas contaminadas. Es importante destacar que el Helicobacter pylori en sí no causa síntomas. Los pacientes contaminados con H. pylori que presentan quejas lo hacen por la presencia de gastritis o úlceras pépticas provocadas por la bacteria. En estos casos, los síntomas más comunes son:
- Dolor o incomodidad, generalmente como quemazón en la parte superior del abdomen.
- Sensación de hinchazón del estómago.
- Saciedad rápida del hambre, generalmente después de comer tan sólo una pequeña cantidad de alimento.
Estos síntomas reciben el nombre de dispepsia.
En el caso de úlceras, las siguientes señales y síntomas también son comunes:
- Náuseas o vómitos.
- Heces oscuras.
- Anemia.
Si el paciente no presenta gastritis ni úlceras, la simple presencia de H. pylori no puede ser responsabilizada por síntomas como dolores estomacales. A manera de ejemplo, varios estudios muestran que sólo 1 de cada 14 pacientes con quejas de quemazón estomacal, sin gastritis o úlcera documentadas en la endoscopia, presentan mejoría con el tratamiento para el H. pylori.
El H. pylori también parece ser responsable por la aparición de aftas recurrentes en algunos pacientes (lea: AFTAS BUCALES | Causas y tratamiento), pero esta asociación aún no está comprobada.
DIAGNÓSTICO DEL HELICOBACTER PYLORI
Actualmente existen varios métodos para diagnosticar la presencia de la bacteria Helicobacter pylori. Sin embargo, más importante que el diagnóstico de la bacteria es saber en quién se debe investigar su presencia. Como en algunos lugares hasta el 90% de la población está contaminada por la bacteria, los exámenes serán positivos en casi todo mundo. Por lo tanto, no tiene sentido solicitar la investigación de H. pylori en personas sin quejas específicas.
Antiguamente, la investigación del H. pylori se realizaba sólo con endoscopia digestiva, por medio de biopsias del estómago (lea: ENDOSCOPIA DIGESTIVA ALTA). Hoy día hay exámenes no invasivos, por medio de las heces, sangre o de la respiración. No obstante, en los pacientes que se quejan de dolores estomacales, la endoscopia es importante para evaluar el estado del estómago, sirviendo también para el diagnóstico de gastritis, úlceras o tumores. Por eso, muchos de los diagnósticos de Helicobacter pylori todavía se realizan por medio de la endoscopia digestiva, a través de la biopsia y del test de ureasa. Los exámenes no invasivos acaban siendo más utilizados después del tratamiento, a fin de confirmar la eliminación de la bacteria.
Los pacientes con menos de 55 años que presentan quejas de quemazón estomacal, sin señales que puedan indicar un tumor o úlceras activas (sangrado, anemia, saciedad precoz, pérdida de peso inexplicada, vómitos recurrentes, historial familiar de cáncer gastrointestinal…) pueden ser sometidos a un examen no invasivo, con miras a un tratamiento en caso de que sean positivos para el H. pylori. La endoscopia es indicada sólo si no hay mejoría de los síntomas con el tratamiento.
Helicobacter pylori y cáncer de estómago
Sabemos que la mayoría de la población se encuentra colonizada por el H. pylori, no obstante, apenas una pequeñísima parte desarrolla cáncer de estómago. Luego, podemos concluir que el H. pylori aumenta el riesgo de cáncer, pero no es el único factor. Por lo tanto, no está indicado el tratamiento contra el Helicobacter pylori para todo aquel que tenga la bacteria. Sólo los pacientes con antecedentes familiares de cáncer gástrico deben preocuparse con la presencia asintomática del H. pylori. En estos casos, incluso si el paciente no presenta ningún síntoma, se indica la investigación de la bacteria y el tratamiento a fin de erradicarla.
El Helicobacter pylori está relacionado con el surgimiento de un tipo específico de linfoma del estómago, llamado de MALT. La relación es tan estrecha que el tratamiento de este tumor se lleva a cabo con antibióticos y la erradicación de la bacteria lleva a la cura de esta neoplasia.
TRATAMIENTO DEL HELICOBACTER PYLORI
Recientemente, la indicaciones para el tratamiento del H. pylori fueron expandidas, englobando grupos que hasta hace poco tiempo atrás no eran habitualmente tratados. Las actuales indicaciones para tratamiento del Helicobacter pylori son:
- Gastritis.
- Úlcera gástrica y/o duodenal.
- Linfoma MALT gástrico.
- Parientes de primer grado de pacientes con cáncer gástrico.
- Anemia por carencia de hierro sin causa aparente.
- Púrpura trombocitopénica idiopática.
- Pacientes en terapia de largo plazo con anti inflamatorios, que tienen sangrado gastrointestinal y/o úlcera péptica.
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LEUCEMIA
LEUCEMIA
Qué es
La leucemia es una enfermedad de la sangre por la cual la médula ósea produce glóbulos blancos anormales, denominadas células blásticas leucémicas o células de leucemia. Estas células se dividen reproduciéndose a sí mismas, lo que genera una proliferación neoplásica de células alteradas que no mueren cuando envejecen o se dañan, por lo que se acumulan y van desplazando a las células normales. Esta disminución de células sanas puede ocasionar dificultades en el transporte del oxígeno a los tejidos, en la curación de las infecciones o en el control de las hemorragias.
Por tratarse de una proliferación de células inmaduras y anormales en la sangre, la leucemia se considera un "cáncer de la sangre".
Incidencia
Según los datos del último dossier presentado por la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) en 2014, la leucemia es una patología que afecta a 5.190 en España. Esta cifra representa un 2,4 por ciento de la población; es más común en hombres que en mujeres.
Causas
En la mayor parte de los casos de leucemia, no se puede establecer una causa identificable. Sin embargo, está demostrado que no es un padecimiento hereditario o contagioso.
Existen, sin embargo, una serie de factores de riesgo:
Historia previa de tratamiento para otras enfermedades cancerosas: Haber recibido quimioterapia o radioterapia puede provocar una alteración o daño celular que derive en lo que se conoce como una leucemia secundaria.
Padecer un trastorno genético: Enfermedades como el síndrome de Down incrementan la posibilidad de una persona de padecer leucemia.
Exposisión a agentes tóxicos: El contacto con determinados agentes tóxicos, ya que sean ambientales, profesionales o asociados a hábitos como el tabaquismo, aumentan el riesgo de leucemia.
Historia familiar: En casos minoritarios, tener antecedentes familiares de leucemia puede ser un factor de riesgo.
Evalúa tus síntomas
Síntomas
Los síntomas varían en función del tipo de leucemia ante el que nos encontremos. Estos son los más comunes:
Leucemia mieloide aguda: Cansancio, pérdida de apetito y de peso, fiebre y sudores nocturnos.
Leucemia mieloide crónica: Debilidad, sudoración profusa sin razón aparente y, al igual que en el caso anterior, fiebre y pérdida de apetito y de peso.
Leucemia linfocítica aguda: Sensación de mareo o aturdimiento, debilidad y cansancio, dificultades respiratorias, infecciones recurrentes, formación de moratones fácilmente, fiebre y sangrado frecuente o grave en nariz y encías.
Leucemia linfocítica aguda: Además de algunas de las manifestaciones ya descritas, como la debilidad, el cansancio, la pérdida de peso, la fiebre o los sudores nocturnos, este tipo de leucemia provoca el agrandamiento de los ganglios linfáticos y dolor o sensación de hinchazón estomacal.
Otros síntomas generales son dolor en los huesos, como resultado de la multiplicación de las células leucémicas en el sistema óseo, o la aparición de anemia, cuyas características son palidez, cansancio y poca tolerancia al ejercicio, fruto de la disminución de glóbulos rojos. A consecuencia de la enfermedad también se produce una bajada en el número de glóbulos blancos (leucocitos), situación que repercute en las defensas del enfermo frente a las infecciones.
La reducción del número de plaquetas que conlleva la leucemia provoca asimismo la aparición de manchas en la piel (petequias) y hemorragias esporádicas. Las más comunes son a través de nariz, boca o recto y las más graves son las que pueden producirse en el cerebro, a raíz de una caída severa del número de plaquetas.
Prevención
Hasta la fecha no se conoce ninguna forma de prevenir la leucemia. Los expertos aconsejan llevar una vida saludable y sin hábitos tóxicos, recomendaciones válidas también para la prevención de otras enfermedades oncológicas y que ayudarían, además, a afrontar en mejores condiciones el tratamiento que requiere este tipo de cáncer, en el caso de que llegue a desarrollarse.
Tipos
En función de la velocidad de progresión de la enfermedad, se puede distinguir entre leucemias agudas (tienen un proceso muy rápido; las células anormales aumentan su número de forma considerable en poco tiempo y no hacen las funciones de los glóbulos rojos normales) y leucemias crónicas (su procedimiento es lento; las células alteradas trabajan perfectamente como glóbulos blancos normales.
Otra clasificación existente atiende a la estirpe celular en la que se origina la leucemia. Las leucemias mieloides (o mieloblásticas) dan comienzo en los mielocitos, mientras que las leucemias linfoides (o linfoblásticas) aparecen en las células linfoides y pueden acumularse en los ganglios linfáticos, como explica el Instituto Nacional del Cáncer en Lo que usted necesita saber sobre la leucemia.
Así, teniendo en cuenta ambos criterios, se establecen en total cuatro tipos de leucemia:
Leucemia Mieloide Aguda (LMA).
Leucemia Mieloide Crónica (LMC).
Leucemia Linfocítica Aguda (LLA).
Leucemia Linfocítica Crónica (LLC).
Imagen histológica de una leucemia linfoblástica aguda.
Imagen histológica de una leucemia linfoblástica aguda.
Diagnóstico
Existen una serie de pruebas médicas que son comunes a todos los tipos de leucemia, si bien para el diagnóstico de la leucemia linfocítica aguda se llevan a cabo otros estudios específicos. Las pruebas comunes son las siguientes:
Analítica
Consiste en la realización de un análisis de sangre.
Extracción
Para diagnosticar leucemia, el médico puede llevar a cabo una biopsia de la médula ósea o la extracción de líquido cefalorraquídeo, que rodea el cerebro y la médula ósea. Su extracción se utiliza para estudiar la propagación de la enfermedad.
Pruebas de laboratorio
Las principales son el recuento y examen de células sanguíneas, las pruebas de coagulación y química sanguínea y, por último, el examen microscópico rutinario.
Pruebas cromosómicas
Estas pruebas abarcan la citoquímica, la citogenética, la hidratación in situ con fluorescencia y la reacción en cadena de la polimerasa.
Estudios por imagen
Los estudios por imagen más frecuentes determinados por el especialista son: rayos X, tomografía computerizada, resonancia magnética y ecografía.
Para el diagnóstico de la leucemia linfocítica aguda, es necesaria la realización de una biopsia del ganglio linfático, para ayudar a diagnosticar los linfomas, y una gammagrafía con galio y gammagrafía ósea, solo en el caso de que el paciente presente dolor en los huesos.
Cabe destacar que, cuando la leucemia aparece en la infancia, su diagnóstico precoz se complica, ya que sus primeros síntomas son parecidos a los de otras enfermedades típicas de la niñez. Estos síntomas son: cansancio, falta de apetito o fiebre intermitente. Debido a esta situación, los padres suelen culparse por la demora en el diagnóstico, cuando incluso para el médico resulta complicado reconocer esta situación en su primera etapa.
Tratamientos
El tratamiento recomendado en este tipo de padecimiento es la quimioterapia. En ésta se emplean diversos medicamentos especiales destinados a destruir las células leucémicas. Dicho tratamiento tiene tres fases: la de inducción a la remisión, la de consolidación y la de mantenimiento. En la fase de inducción a la remisión, cuya duración es de cuatro a cinco semanas, se intenta destruir la mayor cantidad de células malignas. Cuando ocurre la remisión, es decir el control temporal de la afección, el niño suele lucir normal, ya que los síntomas de la leucemia desaparecen. En ciertas ocasiones la remisión es apenas parcial, por esta razón algunos síntomas no desaparecen del todo. Sólo un pequeño porcentaje de los parientes no logra entrar en remisión. La fase de consolidación dura de dos a tres semanas, mientras que la de mantenimiento debe llevarse a cabo hasta completar tres años de tratamiento.
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CÁNCER DE TIROIDES
CÁNCER DE TIROIDES
Cáncer tiroideo
Es el cáncer que comienza en la glándula tiroides, la cual está localizada en el interior y al frente de la parte baja del cuello.
Causas
El cáncer tiroideo puede ocurrir en todos los grupos de edades.
La radiación incrementa el riesgo de padecer cáncer de tiroides. La exposición puede ocurrir a raíz de:
Radioterapia en el cuello (especialmente en la niñez).
Exposición a la radiación por desastres en plantas nucleares.
Otros factores de riesgo son antecedentes familiares de cáncer tiroideo y de bocio crónico (agrandamiento de la glándula tiroidea).
Existen varios tipos de cáncer tiroideo:
El carcinoma anaplásico (también llamado cáncer de células gigantes y fusiformes) es la forma más peligrosa de cáncer tiroideo. Es poco común y se disemina rápidamente.
El tumor folicular tiene una mayor probabilidad de reaparecer y diseminarse.
El carcinoma medular es un cáncer de células no tiroideas que normalmente están presentes en la glándula tiroides. Esta forma de cáncer de tiroides tiende a ser hereditaria.
El carcinoma papilar es el tipo más común y generalmente afecta a mujeres en edad reproductiva. Se disemina lentamente y es el tipo de cáncer tiroideo menos peligroso.
Síntomas
Los síntomas varían dependiendo del tipo de cáncer tiroideo, pero pueden abarcar:
- Tos
- Dificultad para deglutir
- Agrandamiento de la glándula tiroides
- Ronquera o cambios en la voz
- Hinchazón en el cuello
- Tumor (nódulo) tiroideo
- Pruebas y exámenes
El médico llevará a cabo un examen físico. Esto puede revelar una protuberancia en la tiroides o inflamación de los ganglios linfáticos en el cuello.
Se pueden realizar los siguientes exámenes:
Examen de calcitonina en la sangre para buscar cáncer medular de tiroides.
Laringoscopia (mirar dentro de la garganta con un espejo o una sonda flexible llamada laringoscopio puesta a través de la boca).
Biopsia de tiroides.
Gammagrafía de la tiroides.
TSH, T4 libre (exámenes de sangre para la función tiroidea).
Ecografía de la tiroides.
Tratamiento
El tratamiento depende del tipo de cáncer tiroideo.
Casi siempre se lleva a cabo una cirugía. Por lo general se extirpa toda la glándula tiroides. Si el médico sospecha que el cáncer se ha diseminado a los ganglios linfáticos en el cuello, éstos también se extirparán.
Se puede realizar radioterapia con o sin cirugía. Ésta se puede llevar a cabo:
Apuntando la radiación de haz externo (rayos X) a la tiroides.
Tomando yodo radiactivo por vía oral.
Después del tratamiento para cáncer de tiroides, usted debe tomar pastillas de hormona tiroidea por el resto de su vida. La dosis generalmente es un poco mayor de lo que necesita el cuerpo, lo que ayuda a impedir que el cáncer reaparezca. Las pastillas también reemplazan la hormona tiroidea que su cuerpo necesita para funcionar de manera normal.
Si el cáncer no responde a la cirugía ni a la radioterapia y se ha diseminado a otras partes del cuerpo, se puede utilizar la quimioterapia o la terapia dirigida. Ésto sólo es efectivo para un pequeño número de personas.
Grupos de apoyo:
El estrés causado por la enfermedad se puede aliviar uniéndose a un grupo de apoyo para el cáncer. El hecho de compartir con otras personas que tengan experiencias y problemas en común puede ayudarle a no sentirse solo.
Posibles complicaciones
Las complicaciones del cáncer de tiroides pueden abarcar:
Lesión a la laringe y ronquera después de la cirugía de la tiroides.
Niveles bajos de calcio por la extirpación accidental de las glándulas paratiroides durante la cirugía.
Diseminación del cáncer al pulmón, a los huesos o a otras partes del cuerpo.
Cuándo contactar a un profesional médico
Consulte con su proveedor si nota una tumoración en el cuello.
Prevención
No se conoce ninguna forma de prevención. Conocer el factor de riesgo (como la radioterapia previa en el cuello) puede permitir el diagnóstico y el tratamiento más temprano.
Algunas veces, a las personas con antecedentes familiares y mutaciones genéticas relacionadas con el cáncer tiroideo se les extirpará la glándula tiroides para prevenir el cáncer.
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CÁNCER DE PIEL
CÁNCER DE PIEL
Qué es
El cáncer de piel no melanoma es el tipo más común de cáncer de piel. Se le llama no melanoma, porque este grupo de tumores comprende todos los tipos de cáncer de la piel, excepto uno: El melanoma maligno, que es el cáncer que se desarrolla a partir de los melanocitos.
Según un estudio realizado por la Organización Mundial de la Salud, cada año se realizan alrededor de 5.000 nuevos diagnósticos de cáncer de piel en España. Factores como el deterioro de la capa de ozono o la falta de prevención diaria propician la aparición de nuevos casos.
Respecto a la incidencia en España, José Carlos Moreno, dermatólogo, miembro de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV) y coordinador de la campaña Euromelanoma 2015, matiza que no existen estadísticas fiables en España. “Podemos afirmar que 1 de cada 10 personas nacidas en el año 2000 padecerán cáncer de piel”, advierte.
Causas
Según Moreno, la predisposición genética es la causa principal de la aparición del cáncer de piel, aunque existen otros factores bien identificados que también intervienen, como la radiación ultravioleta, algunos agentes químicos, las infecciones por el virus del papiloma humano e incluso inmunodepresión. “Los pacientes trasplantados tienen una mayor incidencia de cáncer cutáneo que la población normal”, indica.
Las causas más frecuentes son:
La exposición excesiva a la radiación ultravioleta (UV), cuya principal fuente es la luz solar. El grado de exposición a esta radiación depende de la intensidad de la luz, del tiempo de exposición y de si la piel ha estado protegida.Las personas que viven en áreas donde están expuestas todo el año a una luz solar intensa tienen mayor riesgo de desarrollar este tipo de cáncer. Además, estar largo tiempo a la intemperie por motivos de trabajo u ocio sin protegerse con ropas adecuadas y protección solar incrementa la posibilidad de desarrollarlo.
Las lámparas y cabinas bronceadoras son otras fuentes de radiación ultravioleta que pueden aumentar el riesgo de desarrollar un cáncer de la piel no melanoma.
La exposición a ciertos productos químicos como el arsénico, la brea industrial, la hulla, la parafina y ciertos tipos de aceites.
La exposición a la radiación, como la producida por la radioterapia.
Las lesiones o inflamaciones graves o prolongadas de la piel, como pueden ser las quemaduras graves, la piel que recubre el área donde se produjo una infección ósea grave y la piel dañada por ciertas enfermedades inflamatorias.
El tratamiento de la psoriasis con psoralenos y luz ultravioleta administrados a algunos pacientes con psoriasis.
El xeroderma pigmentoso, una patología hereditaria muy poco frecuente, reduce la capacidad de la piel para reparar los daños que sufre el ADN como consecuencia de la exposición a la luz solar. Las personas que tienen este trastorno desarrollan un gran número de tumores de la piel, a veces desde la infancia.
El síndrome del nevus de células basales es una condición congénita poco frecuente, que ocasiona múltiples tumores malignos de células basales (basaliomas). La mayoría de los casos, aunque no todos, son hereditarios.
Evalúa tus síntomas
Síntomas
El cáncer de la piel no melanoma puede tener el aspecto de diversas marcas en la piel. Las señales de aviso principales son la aparición de una nueva masa, una mancha o protuberancia que esté creciendo (en el transcurso de unos meses o de uno a dos años), o bien una úlcera que no sane en un plazo de tres meses.
“Los síntomas de este cáncer son muy variables. Encontramos desde quistes de crecimiento progresivo, úlceras que no curan, cicatrices que crecen, excrecencias córneas (cuerno cutáneo) y especialmente lunares que cambian de forma o empiezan a presentar molestias como dolor, picor, sangrado, etc.”, explica el dermatólogo José Carlos Moreno.
Los más comunes son:
Los carcinomas de células basales aparecen en un área tanto plana, como escamosa que adquiere un color rojizo, o en pequeñas áreas cerosas, brillantes y translúcidas al relieve, que pueden sangrar con una lesión menor. Es estas áreas es frecuente identificar uno o más vasos sanguíneos irregulares visibles, o mostrar áreas de color azul, café o negro.
Los carcinomas de células escamosas pueden aparecer en forma de protuberancias crecientes, a menudo de superficie áspera, o planas como manchas rojizas de la piel que crecen lentamente. Estos dos tipos de cáncer de la piel no melanoma pueden desarrollarse en una superficie plana que sólo muestra leves cambios con respecto a la piel normal.
El sarcoma de Kaposi suele empezar en una pequeña área similar que adquiere un color morado que se convierte en un tumor.
La micosis fungoide empieza como una erupción, a menudo en los glúteos, las caderas o la parte inferior del abdomen. Puede parecer una alergia de la piel u otro tipo de irritación de la misma.
Los tumores de los anexos se presentan como protuberancias dentro de la piel.
Los sarcomas de la piel se manifiestan como grandes masas debajo de la superficie de la misma. Los tumores de células de Merkel suelen aparecer en forma de nódulos de color rojo púrpura o de úlceras (llagas) localizadas en la cara, o, con menos frecuencia, en los brazos o las piernas.
Prevención
La forma más importante de reducir el riesgo de desarrollar un cáncer de la piel no melanoma es evitar exponerse sin protección a los rayos solares y a otras fuentes de luz ultravioleta.
La manera más sencilla de evitar la exposición excesiva a la luz ultravioleta es mantenerse alejado del sol y a la sombra siempre que sea posible. Esto se puede aplicar tanto en periodos veraniegos como el resto del año, ya que efectos del clima, como la nubosidad o la nieve, no reducen la incidencia de la radiación solar por completo.
Es importante que esta precaución se tenga desde la infancia, pues se ha demostrado que el 80 por ciento de los daños que el sol puede causar en la piel ocurren antes de cumplir los 18 años.
Algunas recomendaciones para prevenir la aparición de este tipo de cáncer son:
Protegerse con ropa
Vestir con camisa y un sombrero de ala ancha permite aumentar la protección frente a la radiación solar. Por lo general, las telas de tejido apretado ofrecen también mejor protección.
Respecto a las gafas de sol, los expertos recomiendan utilizar aquellas que tienen un porcentaje de absorción de rayos ultravioleta de un 99 a un cien por cien, ya que permite proteger de forma adecuada los ojos y el área de piel alrededor de los mismos.
Por otro lado, los especialistas recomiendan cubrir las zonas más sensibles que están expuestas a los rayos solares durante todo el año. El 85 por ciento de los tumores malignos aparece en la cara, el escote y el cuero cabelludo.
Cremas de protección solar
Utilizar siembre una crema de protección de factor 15 o más en las áreas de piel expuestas al sol, particularmente cuando la luz es intensa. Las personas de piel clara y las que se queman con facilidad deben aplicar la loción antisolar con mayor frecuencia
Para que la protección sea eficaz, la protección debe aplicarse antes de la exposición al sol y en todas las áreas de la piel visibles. Muchas lociones antisolares pierden eficacia cuando la persona suda o nada y deben aplicarse de nuevo para que ofrezcan el máximo nivel de protección.
Los expertos insisten que la crema debe aplicarse aunque el día esté brumoso o el cielo esté cubierto de nubes ligeras o poco compactas, ya que la luz ultravioleta puede atravesarlas.
No utilizar cabinas bronceadoras
La exposición excesiva a la luz ultravioleta puede aumentar el riesgo de desarrollar cáncer de la piel, ya que contribuye al envejecimiento cutáneo. Por este motivo los dermatólogos desaconsejan su utilización
Tipos
Existen muchos tipos de cáncer de piel no melanoma, pero hay dos que son los más comunes: el carcinoma basocelular y el carcinoma de células escamosas.
Carcinoma basocelular (cáncer de células basales)
Es un tumor de crecimiento lento. Es muy raro que un cáncer de células basales se extienda a partes distantes del cuerpo. No obstante, si un cáncer de células basales se deja sin tratar puede extenderse a las áreas cercanas y afectar los huesos, así como otros tejidos de la piel. Después del tratamiento, el carcinoma basocelular puede reaparecer en el mismo lugar de la piel.
El carcinoma espinocelular (carcinoma de células escamosas)
Se desarrolla en las capas superiores de la epidermis y representa alrededor del 20 por ciento de todos los casos de cáncer de la piel. Con frecuencia aparece en áreas del cuerpo expuestas al sol, tales como la cara, las orejas, el cuello, los labios y el dorso de las manos. También se puede desarrollar en cicatrices o úlceras de la piel en otras partes del cuerpo.
Otros tipos de cáncer de piel no melanoma, menos comunes que los anteriores son:
Sarcoma de Kaposi.Se origina en la dermis, pero también puede formarse en los órganos internos. Suele desarrollarse en personas afectadas por el virus de inmunodeficiencia humana (VIH).
Linfoma. La dermis contiene un número considerable de linfocitos (un tipo de células del sistema inmunológico). Cuando éstos se vuelven malignos forman el linfoma. Aunque la mayoría de estos tipos de cáncer parecen originarse en los ganglios linfáticos o en los órganos internos existen ciertos tipos de linfoma que se originan en la piel. El término médico “linfoma cutáneo primario” significa “linfoma que se ha originado en la piel”. El tipo de linfoma cutáneo primario más común es el linfoma cutáneo de células T, también llamado micosis fungoide.
Sarcomas.Los sarcomas se desarrollan a partir de las células del tejido conectivo, por lo general en tejidos que se encuentran a gran profundidad debajo de la piel. Con mucha menos frecuencia, éstos pueden producirse en la dermis y el tejido subcutáneo de la piel. Existen varios tipos de sarcoma que pueden desarrollarse en la piel incluyendo el dermatofibrosarcoma protuberans y el angiosarcoma.
Carcinoma de células de Merkel.Se desarrolla a partir de las células endocrinas de la piel. A menudo reaparecen después del tratamiento y se extienden a los ganglios linfáticos cercanos. También pueden propagarse a los órganos internos.
También existen los tumores benignos de la piel.La mayoría de los cuales no son cancerosos, y sólo en contadas ocasiones llegan a convertirse en cáncer. Entre estos tumores se encuentran la mayoría de los tipos de lunares, las queratosis seborreicas (manchas con relieve, de color marrón, café o negro con una textura “cerosa” o una superficie áspera), los hemangiomas (tumores benignos de los vasos sanguíneos), los lipomas (tumores blandos de las células adiposas benignas) y las verrugas (tumores de superficie áspera causados por un virus).
Enfermedades Precancerosas
Queratosis actínica: Es una condición precancerosa de la piel causada por la exposición a los rayos solares. Son pequeñas manchas ásperas que pueden ser de color rojo, rosado o del color de la piel. Suelen desarrollarse en la cara, las orejas, el dorso de las manos y los brazos de personas de edad mediana o mayores que tienen la piel clara, aunque también pueden aparecer en otras áreas de la piel expuestas al sol. Generalmente, las personas que tengan una queratosis actínica desarrollarán muchas más. Suelen crecen lentamente y no causan más síntomas o signos que las manchas de la piel. Es posible, pero no común, que las queratosis actínicas se conviertan en cáncer de células escamosas. También con frecuencia desaparecen por sí solas, pero pueden volver a aparecer.
Carcinoma de células escamosas in situ o Enfermedad de Bowen: Es la forma más precoz del cáncer de piel de células escamosas. Las células de este cáncer se encuentran completamente dentro de la epidermis, y no se han extendido a la dermis. Se manifiesta en forma de manchas rojizas. Comparada con las queratosis actínicas, las manchas del carcinoma de células escamosas in situ suelen ser mayores, a menudo de más de medio centímetro, de un rojo más intenso y son más escamosas y ásperas.
Diagnóstico
“Ante la sospecha de tener cualquier lesión que sea persistente en el tiempo, que cambie sus características o que tienda a crecer lenta pero de forma progresiva el paciente debe acudir al dermatólogo para evaluarlo y dar un diagnóstico”, recomienda Moreno.
Si existe algún motivo para sospechar que existe un cáncer de la piel, el médico empleará uno o más métodos para determinar si la enfermedad se encuentra realmente presente. El primer paso es observar el tamaño, la forma, el color y la textura del área en cuestión y si ésta sangra o se descama.
A continuación examinará el resto del cuerpo para ver si el paciente presenta manchas o lunares que puedan estar relacionados con el cáncer de la piel. Es posible que sea necesario hacer otras preguntas u otros exámenes.
Si el médico piensa que un área pudiera presentar un cáncer de la piel no melanoma, éste tomará una muestra (biopsia) de piel del área sospechosa para examinarla con un microscopio. Esto se llama una biopsia de piel. Para hacer esta prueba pueden utilizarse diferentes métodos.
Sin embargo, es igualmente importante que el paciente se revise a sí mismo la piel, preferiblemente una vez al mes. Para ello, deberá conocer el aspecto de los lunares, las imperfecciones, las pecas y otras marcas que tenga en la piel para poder detectar cualquier cambio.
Se recomienda hacerse el autoexamen frente a un espejo de cuerpo entero. Para las áreas difíciles de ver puede usar un espejo de mano. Debe examinar todas las áreas, incluyendo las palmas de las manos y las plantas de los pies, la región lumbar y la parte posterior de las piernas.
Tratamientos
La extirpación es el tratamiento más común de este tipo de lesiones, que puede completarse con la llamada cirugía de Mohs dependiendo de la localización o si la mancha tiene un tamaño considerable.
La escisión simple consiste en la extirpación del tumor y parte del tejido que lo rodea.
Cirugía de Mohs: Se elimina la capa de la piel afectada por el cáncer y posteriormente, el médico extrae el tejido que rodea la zona comparando ambos en el microscopio.
Criocirugía: Mediante nitrógeno líquido se congelan y destruyen las células cancerosas.
Cirugía láser: Se utiliza en carcinomas muy superficiales sobre los que se aplica el rayo láser para vaporizar las células cancerosas.
Electrodesecación: el tumor se extrae raspando el tejido, y después se trata la zona donde se encontraba la mancha con una aguja eléctrica para destruir las células cancerosas que queden.
Quimioterapia: El medicamento que más frecuentemente se utiliza es el fluorouracilo, que usado de forma tópica llega a las células más cercanas de la superficie de la piel, por lo que se utilizará sólo en patologías premalignas. Este medicamento enrojece la zona donde se aplica y la hace más sensible al sol, por lo que es aconsejable que la zona esté bien protegida.
Radioterapia: Consiste en el empleo de radiación para destruir las células cancerosas. El tratamiento dura unos minutos y no es doloroso.
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